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El "robot farmacia", realidad en hospitales de Miami
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El control de entrega de medicamentos en los hospitales de Miami ya se hace por medio de sistemas computarizados, lo que evita errores, tanto en el tipo
como en la cantidad del fármaco aplicado
(Diario de Yucatán) El viejo y sabio boticario del pueblo, que hasta preparaba y recetaba sus propios remedios, fue reemplazado en cierta época del
siglo XX por jóvenes farmaceutas graduados en las universidades; ahora una parte clave de tan importante trabajo es realizada por robots.
Teniendo en cuenta que según estadísticas del Instituto de Medicina de los Estados Unidos, una cuarta parte de todos los errores médicos son causados por
equivocaciones en la medicación de los pacientes, ¿qué tan confiables son estas máquinas ultramodernas a la hora de escoger las medicinas para los pacientes?
La directora de farmacia del Kendall Regional Medical Center de Miami, Ana Caldera, asegura que precisamente uno de tales robots fue implementado en su
hospital para evitar errores al dispensar los medicamentos. "No es como cuando uno va a una gaveta a sacar una medicina y puede agarrar la equivocada. El
robot no se equivoca, porque lo que hace es leer los códigos de barras diferentes que tiene cada medicina".
Dave Lacknauth, director de farmacia del Aventura Hospital and Medical Center en la misma ciudad, coincide al decir: "El robot farmacia es clave para cumplir
con nuestras metas. El registro o lectura por medio de barras de códigos agrega un nuevo nivel de seguridad a nuestro proceso de administración de medicinas".
Básicamente, el robot está dentro de un cuarto octogonal con paredes de vidrio, dentro del cual un brazo computarizado organiza y dispensa las medicinas, que
están en bolsitas plásticas cada una con su código de barras, ya sea porque lo traía de fábrica, o porque se le ha puesto en la misma farmacia del hospital. Los
técnicos de farmacia alimentan el robot poniéndole los medicamentos en la puerta. El brazo mecánico automáticamente los recoge y los mete al interior del
cuarto, para ponerlos en su sitio designado. Luego, cuando el farmaceuta le ordena por computadora al robot suministrar un determinado medicamento, la
máquina toma un sobre de papel, le imprime el nombre del paciente que también tiene un código de barras que lo identifica; y la mano robótica busca las dosis
correctas de la medicina indicada para dejarla caer en el sobre abierto, el cual pone en una ventanita. El farmaceuta toma el sobre, revisa y entrega a un técnico,
que lleva ese sobre al piso, donde las enfermeras lo reciben para medicar al paciente.
El robot puede almacenar 2.000 tipos distintos de drogas y recordar dónde está cada una; se mueve en circunferencia completa (360 grados) a 6 pies por
segundo; y puede seleccionar medicinas cada 4 segundos, despachando 900 prescripciones o recetas por hora. Trabaja día y noche sin distraerse, ni cansarse.
De cualquier forma, aún las máquinas por más sofisticadas que sean pueden fallar. Por eso, Caldera expresa: "El margen de error con estos robots es
muchísimo menor que cuando el proceso es hecho todo por humanos. Pero siempre se necesita el control humano, se requiere que el farmaceuta use su sentido
profesional para darle entrada a la medicina, o para detectar si hay algún problema. ".
El robot ha venido a aliviar el trabajo del farmaceuta. "Ahora el farmaceuta no tiene que estar sólo chequeando medicinas, sino que puede ir a los pisos, estar en
contacto más directo con las enfermeras y los médicos; eso ayuda al paciente, para prevenir otro tipo de errores, al mejorar la comunicación entre los diferentes
profesionales que intervienen en la atención de las personas".
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