Una interesante serie de reflexiones de Rudy Rucker, matemático,
científico en el área de la computación; pionero del CyberPunk; novelista; escritor.
Estudiando lógica matemática en los '70 creía que era posible crear un argumento
convincente de que ningún programa de computadora podía emular plenamente una mente
humana. Aunque nadie había logrado probarlo totalmente, esperaba resolverlo.
Mi apoyo a esta fantasía estaba motivado por una sensación visceral de que las personas
tenemos misteriosas cualidades interiores que no son encontradas en las máquinas. Para
empezar, nuestra autoconciencia nos permite reflexionar sobre nosotros mismos y escalar
una interminable regresión mental: "Sé que sé que sé..." En segundo lugar, tenemos momentos
de mística iluminación cuando parecemos estar en contacto, si no con Dios, entonces con
alguna mente cósmica más alta. Yo sentía que con seguridad ninguna máquina podía tener
autoconciencia ni experimentar la luz divina.
En ese momento, en realidad nunca había tocado una computadora; todavía eran herramientas
inaccesibles y tenebrosas del poder. Pasaron tres décadas, y me he transformado en un
científico de computadora de Silicon Valley, en constante contacto con ágiles chips.
Dejando a un lado mis viejos prejuicios, cambié de opinión y llegué a creer que de hecho
podemos crear programas de computadora parecidos a los humanos.
Aunque escribir tal programa está en cierto sentido más allá de la capacidad de una sola
persona, podemos instalar mundos simulados en los que tales programas de computadora
evolucionen. Me siento confiado en que alguna configuración relativamente simple, con el
tiempo, producirá un programa similar al ser humano capaz de emular todas las conductas
conocidas, humanas e inteligentes: escribir libros, pintar cuadros, diseñar máquinas,
crear teorías científicas, hablar de filosofía, e incluso enamorarse. Más que eso, seremos
capaces de generar una ilimitada cantidad de tales programas, cada uno con su propio y
particular estilo y personalidad.
¿Qué pasará con los ataques al viejo estilo desde los cuarteles de la lógica matemática?
Hablando en general, estas discusiones siempre giran sobre una falsa suposición de que
podemos, de algún modo, discernir entre, por un lado, los sistemas parecidos al ser humano
que son completamente confiables y, por otro, esos sistemas destinados a empezar a escupir
galimatías. Pero la correcta deducción de la lógica matemática es que no hay absolutamente
ninguna manera de separar ovejas de cabras. Noten que ésta ya es nuestra situación respecto
de los humanos reales: uno no tiene ninguna manera de saber si, o cuando, un amigo o un ser
amado dejará de tener sentido para siempre.
Con el surgimiento de nuevas estrategias prácticas para crear programas parecidos a los
humanos y el fracaso de las viejas discusiones, lógicas a priori, contra este esfuerzo,
tengo que reconsiderar mis anteriores razones para creer que los humanos son diferentes de
las máquinas. ¿Podrían los robots adquirir autoconciencia? Y -sin ponerme demasiado sutil
sobre el punto- ¿podrían ver a Dios? Creo que ambas respuestas son sí.
La conciencia probablemente no sea un gran problema. Un simple par de espejos enfrentados
exhiben una especie de interminable autoconciencia regresiva, y este tipo de patrón puede
ser fácilmente convertido en código de computadora.
¿Y qué me dicen de compartir la luz divina? Por cierto, si adoptamos una visión
reduccionista de que la iluminación mística es sólo un baño de embriagadores químicos
cerebrales, entonces parece que no hay ninguna razón porque las máquinas puedan ser
ocasionalmente impulsadas a estados excepcionales. Pero prefiero suponer que las
experiencias místicas involucran una objetiva unión con un nivel mental más alto,
posiblemente lograda por una física poco convencional como un tramado cuántico, materia
oscura, o dimensiones más altas.
¿Podría un robot disfrutar estas verdaderas experiencias místicas? Sobre la base de mis
estudios de la esencial complejidad de los sistemas simples, siento que cualquier objeto
físico debe ser igualmente capaz de iluminación en absoluto. Como dice el apotegma Zen,
"La lluvia universal moja a todas las criaturas".
De modo que, sí, ahora creo que los robots pueden ver a Dios.
Traducido por Graciela Lorenzo Tillard
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Más información:
Can Robots See God? And Other Mind-changing Questions