Logran que un robot aprenda a formar palabras, aunque no sepa su significado. El experimento se ha llevado a cabo con el pequeño robot humanoide 'iCube'. Tras interactuar con humanos, el robot pasó del balbuceo a formar palabras
Se llama DeeChee y está aprendiendo a hablar. No se trata de un niño sino de un pequeño robot humanoide con el que los científicos están investigando cómo se adquiere el lenguaje para avanzar en el desarrollo de sistemas robóticos que sean capaces de interactuar con humanos.
El proyecto, bautizado como 'iTalk' (Integration and Transfer of Action and Language in Robots') y financiado por la Comisión Europea, pretende enseñar a un robot a hablar y a manipular objetos de manera autónoma utilizando los mismos métodos de aprendizaje que se usan con los niños. Los científicos están utilizando como plataforma para sus experimentos un humanoide denominado 'iCub', que representa a un niño humano de entre 6 y 14 meses de edad.
'iTalk' mantiene ocupados a varios grupos de investigadores (durante los tres primeros años se ha publicado un centenar de publicaciones científicas). Uno de estos equipos, integrado por científicos de la Universidad de Hertfordshire (Reino Unido), acaba de demostrar que los robots pueden aprender palabras a través de la interacción con humanos, aunque no sepan qué significan. Los detalles de su estudio se publican esta semana en 'PLoS ONE'.
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Del balbuceo a la formación de palabras
Al inicio de este experimento, que se llevó a cabo en inglés, el pequeño humanoide sólo era capaz de balbucear y percibía el discurso como una sucesión de sonidos. Tras interactuar durante varios minutos con humanos que le intentaban enseñar palabras como si se tratara de un niño, el robot DeeChee adaptó los sonidos que emitía a las sílabas que los humanos le repetían con más frecuencia. Al final, como se muestra en el vídeo, era capaz de pronunciar algunas de las palabras que le enseñaron y que hacían referencia a la forma de los objetos y a los colores.
Los autores del artículo se han centrado en uno de los numerosos mecanismos que contribuyen a que una persona aprenda a hablar. "Se sabe que los niños son sensibles a la frecuencia de los sonidos en el discurso, y estos experimentos muestran cómo esta sensibilidad puede ser moldeada y puede ayudar a que un robot aprenda a formar palabras", explica Caroline Lyon, autora principal del estudio.
El significado de las palabras
El humanoide es capaz de formar palabras aunque de momento desconoce su significado. Conseguir que aprenda los significados de las palabras es otro de los objetivos de 'iTalk'.
A diferencia de otros estudios similares sobre el aprendizaje del lenguaje por parte de robots, los investigadores utilizaron como profesores a 34 voluntarios que no estaban involucrados en el proyecto. Así, interactuaron con DeeChee personas de ambos sexos, con distintas edades y profesiones. Su experiencia con niños y su familiaridad con ordenadores también era diferente.
Los voluntarios tenían que dialogar con el robot utilizando cubos de colores y usando palabras espontáneas (se realizaron cinco tandas de experimentos). El discurso del profesor era percibido por el robot como una sucesión de fonemas pero a medida que el diálogo avanzaba y el profesor iba repitiendo las palabras, DeeChee iba formando palabras.
Como recuerdan los autores del artículo, el interés por averiguar cómo se adquiere el lenguaje se remonta a la antigüedad. Ya los griegos realizaron hacia el año 450 a.C experimentos con niños. El historiador Herodoto (484-420 a. de C.) describe en sus escritos un suceso que habría sucedido dos siglos antes con dos niños que fueron puestos bajo el cuidado de un pastor al que se le ordenó que no les hablara. Los pequeños permanecieron aislados en una cabaña solitaria. Al parecer, la primera palabra que los niños pronunciaron fue 'bekos', que significa 'comida' en griego. También hay registros posteriores de otros experimentos crueles con niños a los que se les privó de contacto humano. En el siglo XIX y XX se desarrollaron numerosos estudios empíricos sobre este asunto mientras que en la segunda mitad del siglo XX destacaron las teorías racionalistas de Chomsky.
En las dos últimas décadas el desarrollo de la neurociencia (que ha originado nuevas técnicas para investigar el proceso de aprendizaje) y la utilización de simulaciones por ordenador y experimentos con robots están ofreciendo nuevas herramientas para entender los mecanismos de adquisición del lenguaje.