Esta lámpara de bajo consumo (105 W), de más de 30 cm de longitud, que se utiliza en la iluminación de grandes locales, tiene un rendimiento lumínico equivalente a una lámpara incandescente de 500 W. Como las lámparas hogareñas de este tipo, pero de menos potencia (Watts), la lámpara tiene un circuito en su interior del cual se pueden rescatar elementos útiles.
(La vi de paso en una obra en construcción, tirada entre los escombros, pero adentro del predio y era domingo. Al día siguiente me fui caminando, esto era a unas 15 cuadras de mi casa, golpeé las manos y se la pedí al albañil. Le conté que es para usarla para desarmar y explicarles a los jóvenes cómo es que funciona. Muchas gracias por habérmela dado, muy amable este señor.)
En este caso, detecté dos componentes visiblemente dañados (fallados): un capacitor (con cápsula rectangular de color amarillo) que estalló (el calor interno genera gases cuya presión hace reventar la cápsula) y un resistor (cuya pintura externa se «chamuscó» y se ve oscurecida debido al intenso calor). Midiendo el resto de los componentes, no encontré otro que manifieste fallas evidentes.
Tiene dos transistores bipolares NPN BLD139D de 400V, 12A, 100W, cada cual con su propio disipador, interesantes pero me frustró un poco: esperaba que tuviese dos MOSFET, un tipo de transistores que para manejar corriente en circuitos lógicos de control son mucho más eficientes que los transistores bipolares.
También hay unos buenos diodos rectificadores, y etc. El circuito es similar al de cualquier lámpara de bajo consumo, pero todos los valores son más grandes.
NOTA: Las lámparas de bajo consumo, también llamadas «lámparas fluorescentes compactas» o LFC –-tal es la forma correcta de nombrarlas–-, poseen entre 0,3 y 0,5 miligramos de mercurio, mientras que un termómetro común y corriente tiene 500 miligramos y algunos clínicos llegan hasta 1200 miligramos. Los tubos fluorescentes –que se han utilizado durante décadas– poseen entre 15 y 20 miligramos de mercurio. Quizás lo más riesgoso, a pesar de la gran cantidad de artículos indicando gran peligro que se han publicado cuando se prohibieron por ley las lámparas de filamento, o incandescentes, es el grosor del vidrio de los tubos de estas lámparas, por lo que en una rotura se pueden producir astillas muy delgadas e imperceptibles. La cantidad de polvillo de fósforo que recubre las paredes internas es muchísimo menor que en un tubo fluorescente estándar de uso domiciliario, de 20 y 40 W, y ni hablar de la cantidad que tienen los de uso comercial, de 100 W.