Reciclado de componentes de lámparas de bajo consumo (1)

Las lámparas de bajo consumo tienen una parte que nadie ve, ALTAMENTE RECICLABLE, aunque en todas las cartillas ecológicas sólo se menciona que se deben disponer correctamente al desecharla, ya que en su tubo de luz hay fósforo y mercurio.



Les muestro aquí la electrónica que hay en su interior, con muy interesantes componentes. Algunos muy buenos para una cantidad de usos, entre ellos la robótica educacional.

Lámpara de bajo consumo de 18 W, mostrando la plaqueta que contieneDesarme de lámpara doméstica de bajo consumo





Casi con seguridad (sólo es necesario poseer un cantidad de lámparas descartadas y probarlas) este circuito la mayoría de las veces queda funcionando, ya lo que se agota es el tubo (se notan los extremos ennegrecidos, en este caso), de modo que de tener en Argentina una industria de producción de lámparas dispuesta a recuperar, las plaquetas (que creo que deben ser una parte importante del costo) se podrían reutilizar.

Es más, no estaría mal que esta parte del circuito no fuese descartable (obvio, excepto que falle) y que lo que el usuario cambiara fuese sólo la parte del tubo de luz.

Estos son todos los componentes que se rescatan de una lámpara de bajo consumo (no la misma plaqueta de la foto: la de la foto de arriba es una lámpara de 18 W, y los componentes son de una de 20 W)Componentes

Como se puede ver, hay dos transistores NPN de alto voltaje HJ13002, de 400V, 0,75A y 15W. También varios capacitores de poliester y diodos rectificadores, además de un diac y diversas clases de inductores (núcleo de ferrita, núcleo toroidal y núcleo metálico).

Muchas partes de ese circuito, o casi todo, con pequeñas adaptaciones, se podrían utilizar en las fuentes y cargadores de los equipos electrónicos que hoy usamos a millones.


NOTA: Las lámparas de bajo consumo, también llamadas «lámparas fluorescentes compactas» o LFC –-tal es la forma correcta de nombrarlas–-, poseen entre 0,3 y 0,5 miligramos de mercurio, mientras que un termómetro común y corriente tiene 500 miligramos y algunos clínicos llegan hasta 1200 miligramos. Los tubos fluorescentes –que se han utilizado durante décadas– poseen entre 15 y 20 miligramos de mercurio. Quizás lo más riesgoso, a pesar de la gran cantidad de artículos indicando gran peligro que se han publicado cuando se prohibieron por ley las lámparas de filamento, o incandescentes, es el grosor del vidrio de los tubos de estas lámparas, por lo que en una rotura se pueden producir astillas muy delgadas e imperceptibles. La cantidad de polvillo de fósforo que recubre las paredes internas es muchísimo menor que en un tubo fluorescente estándar de uso domiciliario, de 20 y 40 W, y ni hablar de la cantidad que tienen los de uso comercial, de 100 W.






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